El arbitraje es una vía de resolución de conflictos que permite a las partes llegar a un arreglo sin que sea necesario acudir a los tribunales.

 

Su propósito esencial es brindar una alternativa de solución a través de un tercero independiente e imparcial, ajeno a los intereses de los interesados y elegido por éstos.

 

El árbitro puede ser un individuo o una agrupación, compuesta por un número impar de personas, especializados en la materia de que se trate.

 

Tras analizar el conflicto, el árbitro dictará un laudo, el cual tiene la misma fuerza legal que una sentencia judicial. Por otra parte, México ha firmado diversos instrumentos internacionales que permiten que el beneficiario del laudo solicite su ejecución en otros países.

 

Ventajas del arbitraje:

 

Celeridad: este procedimiento es más expedito que el judicial ordinario, no admite apelación y sólo en casos de excepción puede interponerse un amparo en su contra.

 

Certeza: las leyes en México y los tratados y convenciones de los que es parte, aseguran que los laudos se ejecuten en el país y en el extranjero.

 

Flexibilidad: es una alternativa con menos formalidades que un procedimiento judicial, y también más económico.

 

Imparcialidad: los árbitros son totalmente independientes y sin interés alguno sobre el conflicto a resolver, lo cual, junto con su especialización en la materia, dota de seguridad al procedimiento.

 

Confidencialidad: no existe obligación de publicar los laudos, lo cual puede constituir una importante ventaja para las partes en conflicto.

 

Resolución amigable: con frecuencia, las partes en el procedimiento arbitral alcanzan un acuerdo antes de que se dicte el laudo.